11/18/2006

El Banco de la Muerte Mundial



Lamentamos decirlo así,

pero,

El banco de la muerte mundial

acaba de aprobar:

la destrucción

del Uruguay

del Delta del Paraná

del agua para muchos,

de la vida para muchos

y del mal de todos,

porque:


El agua es de todos,

porque,

todos somos del agua.


Porque,

simplemente

no será posible la vida sin ella.


Todos somos de la vida y necesitamos ocuparnos de ella. Necesitamos ver de que manera, desde nuestro pequeño lugar, con nuestra voz sin micrófonos frente a la de "los medios ¿de incomunicación?" podemos ayudar a la preservación de nuestro medio, el agua, el aire.
Creemos que no deben construirse pasteras en Uruguay, que deben cerrar las once que están en Argentina y que debe pararse con todo tipo de industria o emprendimiento agresivo o contaminante de nuestro medio en nuestro país, en el MERCOSUR, en América y en el mundo.
La empresa nos excede. Quien crea que puede aportar ideas será bienvenido.

Agitadores, abstenerse.

Nota: A quienes viven en la Ciudad de Buenos Aires les recuerdo que el agua que tomamos la sacamos de ese río que estamos contaminando.


Este mensaje es de las 6 AM del 18 de noviembre del 2006.

Un gran abrazo a todos los que nos acompañan.


Enrique E. Rodríguez Tosto
Fundación Reunión

11/17/2006

Crecer compartiendo el conocimiento

Este es un comentario enviado al Ingeniero Enrique Martínez presidente del INTI referido a su editorial de, Saber Cómo Nº 46, de noviembre del 2006. Ustedes pueden leer su nota en www.inti.gov.ar 0800-444-4004.


Crecer compartiendo el Conocimiento

Buenos Aires 17.- 11.- 2006.


Estimado Ingeniero, Enrique Martínez en su reciente editorial de, “Saber Cómo” usted se presenta con la idoneidad de los médicos que hacen falta en estos tiempos, para ayudar a restañar las heridas y los padecimientos que demasiados pueblos -¿serán todos en diferentes grados?- cargan sobre sus espaldas.
Usted hace un diagnostico en cual la enfermedad resulta ser, esa avidez, ese desenfreno por acumular, ese quererlo todo para sí sin repartir entre las mayorías las riquezas de los países. Por lo tanto, es ese brutal y embrutecedor desequilibrio, aquello que debe y necesita ser curado.
Por supuesto que semejante intervención, destinada a permitir la reconstrucción y a la cura del cuerpo social, exigirá pensar de un modo no tradicional. Seguramente eso es lo que aporta Cuba al proceso Venezolano, Salud y Educación, lo que en este nivel podemos decir que son una y la misma cosa. También aquí usted sigue actuando como agente de salud alentando, esperemos que todos aquellos que tengan pequeñas o mayores posibilidades de sumarse a este accionar lo oigan, a dar pasos firmes hacia la cura ya que, no habrá saludes individuales sin salud general. Usted sabe que la salud pasa por la educación, por la formación de un sujeto, de un cuerpo social integrado, lo menos escindido que sea posible. Para ello, se hace imprescindible un reparto de los bienes y una remoción de los males. En este escenario todos deberemos aprender a pescar pero además todos deberemos cuidar los río, sus aguas y los peces porque sino nos quedaremos sin ellos. Entonces para crecer no sólo deberemos cooperar unos con otros, crear redes, nuevos vínculos de cooperación -todos al fin hijos de esta tierra, atados a su destino- sino que tendremos que aprender a cuidar y administrar los recursos con los que contamos.
Coincido también con usted en que este emprendimiento deberemos llevarlo adelante actores de carne y hueso, nosotros con los otros, “los nosotros”. En lo que parecemos discrepar, y tal vez se deba a que usted no ha advertido en el buen promotor de salud, médico o curandero en que ha devenido, es en que no basta con una combinación de funcionarios públicos con empresarios privados. Estamos refiriéndonos a la necesidad de promover una curar, de fomentar la salud, por eso tal vez debamos entrenar miles de “operadores de salud” que cuenten con dispositivos que faciliten esta cura en todos los niveles posibles, que estimulen este desafío de crecer compartiendo el conocimiento y que puedan acompañar también al funcionario y al empresario en su tarea.
Sin dudas ese será el camino que necesita recorrer todo cuerpo, sea el social o ese, pequeño y efímero cuerpo de cada sujeto, cuando va en busca de restañar sus heridas, de terminar con las injusticias y los atropellos. Esos daños que, al perpetuarse en el tiempo, agravan su situación generando males nuevos e impensados.
Comparto y me sumo a su optimismo debido a que, se ve en cada uno de sus editoriales, se basa en el trabajo cotidiano, en el esfuerzo compartido y en ese poner todos los saberes y riquezas al alcance de los nosotros. Muchas gracias.


Enrique E. Rodríguez Tosto
Médico, psicoanalista, escritor, coordinador de grupos terapéuticos, de aprendizaje y de entrenamiento en descubrir el campo de lo impensado, coordinador del equipo de diagnóstico e intervenciones institucionales. Presidente de la Fundación Reunión.
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